Pablo y sus cuadernos

Roberto Bolaño, Jorge Ibargüengoitia y un montón de muertas 0 comentarios
21/03/2017


ROBERTO BOLAÑO, JORGE IBARGÜENGOITIA Y UN MONTÓN DE MUERTAS

“La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Archimboldi fue en la Navidad de 1980, en París, en donde cursaba estudios universitarios de literatura alemana, a la edad de diecinueve años”. Así comienza “2666”, la novela de Roberto Bolaño. La Navidad de 1980 es la primera que pasa en París el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia, que había publicado tres años antes, en 1977, “Las muertas”, título que habría valido para el cuarto de los cinco libros que forman “2666”, la novela póstuma de Bolaño, que titula ese cuarto libro “La parte de los crímenes”. En 1977 Bolaño se traslada a Barcelona, donde vive hasta que se muda a Gerona en 1980, el año en que Ibargüengoitia se traslada a París con su mujer, la pintora inglesa Joy Lavill, con la que en 1977 se había trasladado a Iowa.
No es fácil que se conocieran Pelletier e Ibargüengoitia, y no sólo porque Pelletier sea un personaje de ficción e Ibargüengoitia uno real como la vida misma, sino porque Pelletier contaba con 19 años e Ibargüengoitia con 52, la edad a la que Harry Haller, el personaje de Herman Hesse, protagonista de “El lobo estepario”, novela que habría leído Pelletier porque estudiaba literatura alemana y porque es una novela de lectura obligada en el adolescente interesado en la literatura, la edad a la que Harry Haller se suicidaría si no moría antes. Bolaño nunca tuvo 52 años, pues murió a los 50. Ibargüengoitia murió a los 55.
Bolaño conocía bien la obra de Ibargüengoitia, que murió en un accidente de avión cuando se trasladaba de París a Colombia invitado por García Márquez, que en 1982 había ganado el premio Nobel, en 1983. El avión hizo escala en Madrid y al despegar se incendió y se derrumbó sobre el suelo madrileño.
En 1997, Pelletier se encontraba en Londres, en el apartamento de otra estudiosa de Archimboldi, la inglesa Liz Norton, que lo había citado a él y al español Espinoza para decirles que iba a viajar. Necesitaba alejarse de Pelletier y de Espinoza. Espinoza se retrasaba y Pelletier, enamorado de Norton, como Espinoza, pensó que “la vida es una mierda”. Norton dijo que el retraso era normal: “los aviones sufren retrasos”. Pelletier imaginó el avión de Espinoza envuelto en llamas “derrumbándose sobre una pista del aeropuerto de Madrid”. Encendió la televisión y vio la noticia de un accidente aéreo. “El avión de Espinoza se ha estrellado”, le dijo a Liz Norton. Veinte minutos después llegó Espinoza, que no volaba en el avión siniestrado.
El accidente que vieron Pelletier y Norton en las noticias podría ser, aunque no lo cuenta Roberto Bolaño, el que se produjo en marzo de 1977 en Tenerife, cuando chocaron dos boeing 747, uno de KLM y otro de la Pan AM, en el accidente con más víctimas mortales de la historia de la aviación. A lo largo de ese mismo marzo de 1977, el año de la publicación de “Las muertas”, de Ibargüengoitia, aparecieron nada menos que siete cuerpos de niñas y mujeres muertas en Santa Teresa, México, que es como Roberto Bolaño llama a Ciudad Juárez en “2666”. El primer cadáver que aparece en “Las muertas” es en realidad de un muerto, en 1962, el año en el que muere Hermann Hesse. Las muertas de “Las muertas” mueren en el estado mexicano de Plan de Abajo, que es como Ibargüengoitia llama en “Las muertas” a Guanajuato.

Pablo Aranda, marzo de 2017
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Pablo Aranda Julia 22/03/2017 muchas coincidencias interesantes y mucho juego, me gusta. Te leí hace tiempo algo sobre Ibarguengoitia, a ver si lo leo. Gracias
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