Pablo y sus artículos periodísticos

Busco español que pasee a mi abuelo Diario Sur
22/05/2008

La elección del candidato (o candidata, aunque cada vez más difícil) que represente a los demócratas en las presidenciales de los Estados Unidos se alarga, y nosotros con ella. Mucho más cerca, en Italia, de la campaña presidencial no sólo no nos enteramos sino que casi ni se enteran los mismos italianos, cansados, dicen, como si no les importase quién saliese elegido, como si todos pudiesen refugiarse ahora en esa casi mitad de votantes que no optó por Berlusconi, al que todos –también nosotros- tenemos que tragarnos unos añitos, otros. Berlusconi es un tipo grande, un caballero que juega sucio y permanece indemne, que tiene causas pendientes con la justicia y cambia leyes que le permiten salir airoso, dueño y señor de los principales medios de comunicación, jugando a ser Ciudadano Kane y aprovechando cualquier estrado para soltar un chiste que todos le ríen, qué simpático es el abuelo, jajajá. Berlusconi en esta nueva legislatura se ha comprometido con Nápoles, anunció, y como lo prometido es deuda, al menos esta vez, su primera reunión ministerial la ha celebrado en la bella ciudad mediterránea. Porque la ciudad, derramada en esa impresionante bahía bajo un volcán, es bella para nosotros que podemos visitarla y quedarnos cuatro días, y es que al quinto empieza a molestar que ningún coche se detenga cuando el semáforo indica que le toca cruzar al peatón, que no haya parques, que nos hagan creer que la suciedad es inherente al carácter mediterráneo, que la sanidad pública apenas funcione. Lo que sí funciona en Nápoles es un estado paralelo, por eso está bien lo de los cuatro días, para sólo conocerlo por los comentarios de nuestros anfitriones.

En Nápoles han sido desalojados varios campamentos de rumanos (en numerosos periódicos se nos informa solamente de que son gitanos, alguien debería informarnos también de por qué escoger la raza en vez de la nacionalidad, ya que seguidamente hablan de inmigración ilegal), algunos de esos campamentos han ardido, y a estos hechos se llega por elementos xenófobos, por el cansancio de los vecinos y por los intereses de la Camorra, ese estado paralelo que también está detrás del que se decía era el principal problema de Nápoles: la basura acumulada en las esquinas. Entonces llega Il Cavaliere con sus maneras y su sonrisa y celebra allí su primer consejo de ministros; sin embargo, curiosamente no se habla de basura (aunque es basura lo que se habla) sino de inmigración ilegal, proponiéndose que ésta constituya un delito. Las razones para centrar el discurso en la inmigración ilegal se justifica en la seguridad, precisamente en Nápoles, la capital de la Camorra, de la que tampoco se habla. Y algunos políticos españoles realizan algún comentario crítico con timidez que más tarde matizan, como si estuvieran en un bar, donde uno dice Diego donde dijo digo y todos tan contentos. Como si no fuesen capaces de elaborar un discurso crítico certero que no cayese en el insulto y del que no hubiese que desdecirse. Berlusconi es un tipo peligroso al que conviene evitar, y sus ideas encontrarán algunos oídos por estos lares, por lo que esas críticas también deberían encontrar oídos. Italia se precipita por un túnel oscuro, diferentes familias mafiosas se reparten un pastel cuyas migajas llegan a demasiados rincones, y el problema son los rumanos que entran ilegalmente, ¿no, Cavaliere?

Nápoles no es más que una metáfora de este mundo que acumula basuras, y donde ahora resulta que los inmigrantes ilegales, los parias, tienen la culpa. A la cárcel con todos. Y empecemos nosotros a fregar nuestros propios suelos y a pasear a nuestros propios abuelos, claro.
http://www.diariosur.es/20080522/opinion/busco-espanol-pasee-abuelo-20080522.html
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