Pablo y sus cuadernos
Aprendiendo a querer La última noche, de James Salter
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27/03/2014
Anteayer fui a una librería a comprar un libro que me habían recomendado varias veces, o una vez pero intensamente, no, casi seguro que fueron varias veces, o una sola vez pero todos los que estaban intervenían, tío, ¿que no has leído todavía el libro?, atropelladamente, sin respetar los turnos, subiendo el tono de voz, golpeándose entre ellos, tirando platos al suelo (estábamos en un restaurante, ahora lo recuerdo: entonces fue una sola vez), y apartando la sangre conseguí escribir el título en una servilleta que perdí casi de inmediato. Pero había memorizado el título y anteayer lo repetí ante una librera que parecía un personaje de una novela cargada de prestigiosos premios.
-Hola, quería encargar “La última noche”, de James Salter.
Pero qué va, nada de encargar, tenían el libro. Como no era una novedad había supuesto que no lo tendrían. Qué alegrón. Y entraba por los pelos en el bolsillo interior de la chaqueta vaquera (no hacía frío: ya es primavera), así que no, gracias, no quiero bolsa, me lo llevo puesto.
El libro lo coloqué entre “El sentido de un final”, de Barnes, que leí no hace mucho, y “The outsiders”, de S. E. Hinton, cuya lectura estoy alternando con otras. “The outsiders” lo compré hace unas semanas en Tulsa, Oklahoma, en inglés, because it´s set in Tulsa, maybe you remember the film, we were so young, y a veces cojo el libro, el de Salter, y leo la biografía de la solapa, miro al hombre de brazos cruzados, él, Salter, leo que el © de la foto es de Corina Arranz (me gusta que la foto del neoyorkino sea de la segoviana) y jugueteo con el libro que leeré, que estoy deseando leer. Lleva sólo dos días conmigo, pero lo quiero tanto. Ojalá no me decepcione, y no sé por qué tengo que pensar esto, ponerme en plan negativo, ¿acaso no eran de confianza aquellos amigos que murieron en el restaurante recomendándome el libro?
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